2. La educación española, ¿hacia dónde mirar?

A mi juicio, la educación española es víctima de la discordia y la falta de acuerdos que caracteriza a la política de nuestros días. Lo que necesitan tanto los alumnos como profesores es regularidad y constancia: los cambios deberían ocurrir despacio y de manera controlada, con objetivos bien definidos. Las cifras que hacen a un sistema educativo competitivo a nivel global no tienen por qué corresponder con las que necesita la población a la que este afecta. No podemos pretender acercarnos al modelo finlandés o coreano sin tener en cuenta primero lo que somos. España no es Finlandia. España no es Corea. Y por muy extraño que parezca, no tiene por qué serlo. La educación española debería tener en cuenta las deficiencias existentes y plantearse metas realizables y coherentes con la situación socio-económica del país. Un país no debería de convertirse en el patio del recreo para que los varios partidos políticos pongan a prueba las propuestas y programas de turno sin ningún tipo de consenso. Hay mucho en juego, y eso debería estar por delante de la orientación política.

El establecer objetivos es positivo, hasta cierto punto. Aunque marca unas metas claras hacia las que trabajar, no deja de parecerme, en muchos casos, poco más que "wishful thinking". En cuanto a las propuestas europeas digo más de lo mismo: siempre es bueno estar en sintonía e intentar alcanzar metas comunes, pero los países que forman la unión son muy diversos, con necesidades igual de diversas.

Comentarios